lunes, 20 de agosto de 2007

Un día con John McLane


Aclaración preliminar
: Duro de Matar 4.0 (Live Free or Die Hard) es una película que no cambiará tu forma de pensar, ni te hará reflexionar sobre el impacto ecológico que conlleva la extinción de los unicornios de tres anos en Malasia. En realidad, toda la saga de Die Hard es el tipo de películas que no se recomienda para el artishta-shuper-índigo-ameliento aficionado a las sensiblerías francesas...


PERO PUTA QUE ES BUENA LA ÚLTIMA ENTREGA DE LA SAGA !

Todos en algún momento de nuestras vidas somos imanes de algo: imán de borrachos, imán de min@s esquizofrénic@s, de mala suerte, etc. En realidad, por la intrascendencia de las cosas que atraemos es que somos una mera mota de polvo que nadie extrañará en caso de sufrir una abducción. Pero el caso de John McLane (Bruce Willis) es sumamente especial, puesto que cada cierto tiempo esta persona común y silvestre, que incluso podría ser tu vecino malas pulgas, es asediado por los más variopintos terroristas que buscan el control mundial (bueno, en realidad buscan un poco dinero nada más), que también se mueven por un fuerte odio a "América" (qué novedad), y a los que McLane se ve obligado a combatir a punta de testosterona, adrenalina, y chistes malos.


Tan sólo con el 4.0 que funciona como apellido de la película, se introduce la última paranoia que se agrega a la larga lista de los miedos yankees: ahora son hackers quienes amenazan la seguridad de la tierra de las oportunidades. John McLane es el detective de NY a quién se le asigna una tarea de rutina cuando le piden escoltar un hacker (Justin Long) hasta Washington, pero como McLane en realidad no puede ni siquiera salir a comprar pan sin tener que salvar al mundo, a los cinco minutos de haberlo conocido debe cuidarle las espaldas de un grupo multiétnico que busca asesinar al joven geek y a todo el resto de las personas como usted... sí, USTED, que no despega el culo del computador ni un segundo.


Casi todo el resto es historia conocida: explosiones, diálogos con los célebres y malos chistes de McLane, peleas brutas, y salvadas milagrosas; sin embargo, quien acude a ver esta película ya lo sabe de antemano. Se puede decir que esto ya suena a receta conocida, y en cierto sentido tienen razón, pero es innegable que por lo contingencial de la temática en lo referente a cultura pop, se transforma en un producto muy atractivo. A fin de cuentas, la producción finalmente se ha centrado en cumplir las expectativas de los fanáticos de la saga (dentro de los cuales me incluyo) y que esperábamos a un McLane dando lecciones de buen comportamiento a la manera antigua: a puño limpio y recordándonos que entre una computadora y una patada bien dada, duele más esta última; además de las constantes referencias que se realizan a las películas precedentes.


Dentro de la amplia galería de grupos terroristas que nuestro detective ha debido enfrentar, los cuales, cómo no, se componen de alemanes, rusos y traidores yankees, destaca el que enfrenta en esta película: ahora, la amenaza viene netamente desde el interior del país por parte de un hacker norteamericano que se ha rodeado del más glamoroso equipo, compuesto por curiosísimos personajes como un acróbata, al cual igualmente debieran haber aprovechado más, y a Maggie Q como una exótica oriental-hacker-kung fu (exótica porque no existe mujer hacker, además de la imposibilidad de conjugar todas esas características en un solo cuerpo). De todas formas, lo curioso es que nunca será sólo un norteamericano quien se encargará de colocar en problemas a nuestro héroe(?); no pudieron evitar colocar franceses e incluso italianos entre el terror team.

En realidad, esta producción se podría tildar como una más entre tantas películas de fantasía-acción, pero es innegable que resalta por sobre la mayoría por el mismo hecho de presentarnos la vuelta de un personaje iconográfico en el cine basura(?) como lo es el cowboy moderno John McLane. Asimismo, destaca entre la serie de regresos clásicos que se han hecho en el último tiempo por su calidad narrativa y anecdótica, pero más que cualquier cosa, porque cumple su objetivo más básico: mantenerte clavado al asiento con la mandíbula desencajada y hacerte salir del cine esperando que tras la esquina aparezca un helicóptero disparando o un tipo desarmado peleando con un jet supersónico.

Entre Jack Bauer, MacGyver y John McLane, definitivamente tiene más cojones este último.

Yippee ki yay Motherfucker !!